No se me dan nada bien las presentaciones, y me temo que la
vida me ha demostrado que se me dan aun peor las despedidas. Pero aquí estamos,
de nuevo en la brecha, inmersos y reincidentes en el mundo blogger.
Cuando me siento, de repente, ante la página en blanco me
vienen a la cabeza una inmensidad de recuerdos de aquellos maravillosos años de
imberbe mentón y hormonas sudando a ritmo de boogie-woogie.
Hubo un fulano, que no alcancé a memorizar, que dijo algo
así como que “Llegará un día que nuestros recuerdos serán nuestra riqueza”. Ante
tal retorno a vuestras pantallas, abro el baúl de los recuerdos con el fin de
que nos conozcamos un poco mejor… y no se me ocurre nada mejor para saber quién
eres que conocer tus recuerdos, que saber en lo que crees.
Recuerdo muchas ciudades, porque creo que soy más de asfalto
que de tierra en las botas. Recuerdo muchas canciones, aunque creo que no
recuerdo ninguna estrofa, siempre se me olvidan. Lo que si recuerdo son un
montón de sonrisas, porque creo que son mi kriptonita.
Recuerdo estaciones de tren, porque creo que me he pasado la
vida entera entre andenes, y porque como ya lo dijo Fito, la tristeza y la alegría
viajan en el mismo tren… y porque no hay nada como un beso en un andén mientras
la megafonía anuncia la inminente partida.
Creo en los Rollings antes que en los Beatles, y ahora que
lo recuerdo…no creo en Nirvana. Pero recuerdo a Audrey
Hepburn, a Ruby Sparks, las películas de “chinos-chungos-que-reparten”, el
Mediterráneo en invierno y el buey a la piedra de La Morena.
Recuerdo un par de pasos de baile, pero en cuanto me
emborracho se me olvidan y solo puedo verte bailar. Me acuerdo de una infinidad
de bares, recuerdo miles de copas y creo en las flechas que cruzan de punta a
punta un antro infernal abriéndose paso entre el humo, los hielos, los
decibelios y el alcohol.
Recuerdo el color de los ojos de la gente con la que hablo,
aunque luego me olvide de sus caras, porque creo que es la única forma de
conocer a alguien de verdad… mirándole a los ojos, aunque los buenos escotes
tampoco pienso olvidarlos. Creo que las patillas son imprescindibles en el
rostro de un hombre, llámenme loco, pero no me fio de un tipo sin patillas… a
no ser que sea un pobre imberbe.
Recuerdo todas y cada una de las películas de los hermanos
Coen, aunque creo que recuerdo mejor los principios que los finales, supongo
que por mi memoria de pez… o porque nunca termino bien. Creo que la gente que
hace spoilers al empezar una película merece la peor muerte conocida. También recuerdo
a Clint Eastwood, y recuerdo los debates sobre cuál es su mejor dirección de película,
pero creo que jamás podré mojarme en esa discusión.
Recuerdo a Eric Clapton y a Joe Bonamassa… pero no creo que
pueda quedarme solo con uno. Al que si recuerdo es a Johnny Cash, a Ronnie J.
Dio, a Etta James y a Sabina, aunque solo lo recuerde cuando me escuece el
pecho. Recuerdo demasiados acordes.
No creo en la gente que da la mano blanda, les rompería los
huesos a todos. No creo en la gente que pide la carne muy hecha, los quemaría a
todos. No creo en el concepto “el amor de mi vida”, pero recuerdo que una
besaba como si lo fuera. No creo en el reggeton, ni en el fútbol, pero soy a
muerte del Atleti. No creo en los gintonics, creo que son una mariconada,
aunque a algunos se lo perdono. Pero creo en Murakami, en Loquillo, en Julio
Cortázar y en Maribel Verdú, aunque no esencialmente en ese orden. Creo en la
cerveza, en la copa de balón, en las caderas de una mujer y en el viejo rock’n’roll.
Creo que por aquí lo pasaremos bien, espero que en un tiempo
pueda recordaros. De momento, vamos a pedir otra copa, que de tanto hablar y
recordar me he quedado seco.
La de cosas curiosas que se pueden leer cuando escribes. ¡Anoche a la 1 de la mañana vi Ruby Sparks y me encantó! Creo que, como ejercicio de escritura, escriba sobre mi mujer ideal. Tal vez así aparezca...
ResponderEliminarMuy bueno lo de las patillas. Lo analizaré.
Los recuerdos es lo más importante de la vida de un hombre. Es lo único que no te pueden quitar. Si no fuera por los recuerdos, ¿de qué hablarías?
Hay un chaval con el que mantengo conversaciones filantropía - misantropía. Sería un buen tema sobre el que escribir.
Chule
Es una gran película, distinta... Me alegro que te gustase, para eso estamos por aquí, para aportar lo poco que pueda aportar un tipo como yo, patilludo por supuesto.
ResponderEliminarGracias por pasarte por aquí, sin comentarios un blog no es blog!
Queda pendiente esa visita a Barcelona.